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En
el caso de pequeños aislados o tímidos, que sufran de algún tipo de rechazo del
grupo, la experiencia con el cuerpo mediante el ritmo les permite movilidad la vía
de comunicación en su interior. ¿Por qué me muevo y para qué? Se convierte en
la clave.
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En
el caso de sordera o hipoacusia, no significa no poder pensar o no sentir. Para
un oyente, el silencio no es profundo ni permanente, para aquel afectado por la
sordera es un pozo sin colores, un hueco profundo porque no existe la memoria
auditiva, el silencio es lo cotidiano. El método descubre el lenguaje encerrado
en el cuerpo para que pueda danzar con las palabras, formas, colores y ritmo
mediante su expresión.
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En
el caso de personas débiles visuales o incluso ciegos, la danzaterapia intenta
despertar la dormida expresividad y ser un puente para el encuentro con su
propio cuerpo, sin esa rigidez física a la que se acostumbran.
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Discapacidad
mental, el danzaterapeuta trabaja sobre la persona que se mueve, no sobre el
síndrome o enfermedad; lo que no significa que desconozca las características
de cada patología. Se trata de mirar, proponer, intervenir, escuchar, leer, más
allá de la cosa en sí, del ser paralítico cerebral o síndrome de Down o
cualquier otra cosa, para que en la escena clínica se ponga en juego el decir y
el actuar de una persona y no el de un síndrome. Entra en juego el deseo y el
placer de la persona por el movimiento.
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Discapacidad
física: el lenguaje del cuerpo es muy antiguo, es primitivo, primario y algo
tan natural como bailar para estar juntos e integrarse nos fue quitado por la
idea de la especialización. Todos los cuerpos tienen un lenguaje, y esto no
tiene nada que ver con cómo sea ese cuerpo. El danzaterapeuta se interroga
acerca de la historia singular de ese cuerpo, de su sufrimiento corporal, de su
esquema corporal y de su imagen corporal intentando en la operación clínica
rescatar al sujeto que en el movimiento – danza se pone en escena.
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En
nuestra cultura, cimentada sobre la palabra, no pensamos que en determinadas
circunstancias resulta difícil y en ocasiones imposibles comunicarse a través
de ellas. Este es el caso de la mayoría de los pacientes mentales
(psiquiátricos) en ocasiones tan severamente alterados que pueden haber perdido
todo contacto con el mundo que los rodea (psicosis).
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Neurosis,
sin tener que llegar a casos extremos, sabemos que es éste también el caso de
cualquiera que padezca una alteración emocional ya sea un estado profundo de
preocupación o melancolía o depresión, encuentra difícil sostener una conversación
más allá de unos pocos minutos. Es aquí donde el movimiento puede permitir el
desahogo y la comunicación necesarios porque los músculos son los que contienen
a las emociones.
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Trastornos
de alimentación: los pacientes con algún trastorno de la alimentación, padecen
distorsión de su imagen corporal, baja autoestima y pobre concepto de sí
mismos, suscitándose a menudo problemas de relaciones interpersonales, y,
tienen dificultad para identificar sentimientos. A través de la danzaterapia
estos pacientes son animados a reconocer la tensión en sus cuerpos como un
signo de sentimiento. Este reconocimiento permite controles y elecciones más
saludables para reemplazar así las comilonas autodestructivas y los ciclos de
purga. Sus sentimientos pueden ser expresados simbólicamente en movimiento.
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